Si una tarde se encontraran caminando por Esquel sin saber muy bien qué hacer, es probable que pregunten en las inmediaciones por consejos sobre paseos. También es muy probable que, al ser interrogado, el empleado de la oficina de turismo o el incauto paseante les diga sin vacilar que deben ir a Trevelin, colonia galesa tradicional y hermosa.
Yo no sé aún si esta recomendación se hace de buena fe, pero mi opinión es que existe un acuerdo tácito entre los esquelenses para deshacerse de los turistas enviándolos a los parajes más aburridos de la comarca. Allí los espera un pueblo pequeño, quizás agradable para llevar una vida tranquila, pero cuyo atractivo principal es un par de casas de té donde sólo sirven té negro y someten a los convidados a unos tres o cuatro temas de música galesa que se repiten en un loop interminable, y un arroyito en donde pudimos observar a una pareja lavando la camioneta, un perro humedecido y una buena cantidad de barro.
Quedan advertidos.