jueves, 4 de marzo de 2010
Harto del hartazgo (pero no lo suficiente)
Acabo de incumplir una promesa. Lo irónico es que la incumplí para pensar (o sea, escribir) por qué la incumplí. Vivo esos tediosos períodos de la vida donde el tiempo no alcanza siquiera para hacer esas otras cosas que tampoco quiero hacer. La vinculación con lo que sí quiero está, convengamos, quebrada. Y hoy, que decido tomarme unas "mini-vacaciones" de unas horas y no pensar que tengo que trabajar ni que mi baño es un asco ni en ninguno de los tengo, para poder hacer "eso que estuve pensando todos estos días que tenía ganas de hacer", ya sea hacer nada, leer, mirar el techo, darme vuelta para mirar el piso (aunque me cueste hacerle foco si estoy muy cerca), agasajarme con una cena rica o lo que se me cantase el quinto rábano, no tengo mejor idea que recalentar lo que quedó de pizza del otro día y comer entreteniéndome inútilmente para no pensar en absolutamente nada (ni en qué tengo ganas, lo cual sólo aumenta la carga de lo no pensado) y quedarme pensando que por lo menos hubiera limpiado el baño en ese rato y que así hubiera servido para algo ese rato en donde decidí no hacer lo que estaba en el "top ten" de cosas por hacer, en donde decidí cambiar un poco el hábito del día, en donde traté de salir del hastío y del hartazgo haciendo algo diferente, para variar, para recuperar el color, para que el día sea menos gris. Y tardo horas en darme cuenta que no me estoy divirtiendo, sino que estoy matando el tiempo donde se podría haber hecho algo interesante, algo que hiciera eso que yo quería hacer, y cuando me doy cuenta no me pongo a hacerlo, cuando me doy cuenta me quedo pensando "qué macana, mirá lo que estoy haciendo en vez de hacer otra cosa" y tardo otro rato más en decidirme a dejar de hacer eso, a hacer otra cosa, y ahí es donde me doy cuenta de lo peor, de lo que realmente me apena; me doy cuenta que en estos días grises, que no son ni tristes ni alegres ni estresantes ni aburridos ni largos ni cortos sino solamente grises, no puedo ni siquiera pensar en qué es esa otra cosa que quisiera estar haciendo si no estuviera haciendo eso que no quiero hacer.
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