No sé si a ustedes les ha pasado de ir caminando por la calle, ocupados en sus menesteres, y toparse de pronto con algún edificio imponente que los obliga a detenerse y preguntarse: "¿Qué corno será esto?".
De pequeño, transitando con frecuencia por las calles de San Telmo, solía ver un edificio con pinta neogótica que me encantaba. Cada vez que pasaba me quedaba mirándolo, pensando que sería algún antiquísimo edificio traído en barco de la Europa Medieval, o andá a saber de dónde.
Años después le pusieron un cartelito al edificio: "Subestación Balcarce". A la pucha, ¿esto no es más que una usina de electricidad? "¡Qué desperdicio!", pensé, tirando a la basura mis fantasías de infante.
Ayer caminaba por Caballito, no recuerdo ahora si por Alberdi o Pedro Goyena, y pasé por al lado de un edificio enorme de Edesur. Quizás sea una también una usina, o uno de los centros de atención al público; lo desconozco. El punto está en que el edificio es realmente horrible, un atentado contra la urbanidad.
Recordé de inmediato mi querida Subestación Balcarce, pero no ya con pena de que sea "sólo una usina" sino con la perspectiva opuesta: ¿no está bueno que hayan hecho tan bonitos monumentos arquitectónicos a algo que es "sólo una usina"? ¿Para qué hacer construcciones de morondanga -aunque sea para un edificio funcional- si se pueden hacer obras de arte?
De chica pensaba que todas estas construcciones góticas, eran castillos. De grande descubrí que no existen los príncipes... :( Lo alegremente llamativo es que aún haya personas como usted , que se tomen el tiempo para mirar la belleza, en las cosas simples. Felicitaciones! Abrazo.
ResponderEliminarSe agradece, muchacha! ¿Qué edificios góticos recuerda haber considerado castillos en su infancia? cuente, cuente!
ResponderEliminarAbrazo,
P,-