Me encuentro hace varios días sin saber muy bien para dónde disparar con esto de la escritura. Tengo ganas de escribir, eso está claro en mí, sólo que -por algún motivo- no puedo pensar en historias. Recurro así al pensamiento escrito, al pensar escribiendo que, al fin y al cabo, ya es escribir.
Supongo en buena medida que este bloqueo tiene que ver con estar muy cansado, o mejor dicho, estresado. Eso del estrés siempre me suena a excusa burguesa... pero se siente, y se siente fuerte. Sin embargo, una buena forma de desestresarse es haciendo cosas estimulantes... está claro que la solución no es quedarse en casa a dormir, u ocupar la cabeza en entretenimientos banales, sino hacer cosas estimulantes y salir de la rutina.
Creo que la historia de mis monjes me tiene también un poco trastornado, por decirlo de alguna manera. Por decirlo de otra, creo que me ocupa la cabeza. Cuando pienso en escribir -si es que en mi cabeza se figura algo más que el ruido de la nada- pienso en esta historia. Definitivamente hay algo de ella que me tiene cautivado. Procederé a releerla y hacer un análisis párrafo a párrafo:
[1] Hace ya muchos siglos, el Emperador, siendo aún un joven, ordenó construir su tumba lo más profundo que fuera posible, dentro del Monte del Sol.
Este primer párrafo tiene muchas comas, muchas separaciones. Además, no empieza de una manera interesante. Creo que no engancha, sino que es meramente informativo.
Se me ocurren ciertas herramientas como para quitar tanta coma, por ejemplo: “el Emperador, siendo aún un joven” podría pasar a ser “el joven Emperador”. El párrafo quedaría así:
[1] Hace ya muchos siglos, el joven Emperador ordenó construir su tumba lo más profundo que fuera posible, dentro del Monte del Sol.
De todas formas me falta un contexto. ¿Por qué el joven emperador determinó construir su tumba tan profundo? ¿qué es lo que lo hacía especial? ¿algún evento heroico en su vida? ¿la pérdida de poder terrenal lo hace buscar un poder desde las profundidades? También puede ser que su padre haya muerto en alguna batalla, él queda como emperador, y con un horrible temor a la muerte decide prepararse con toda la anticipación posible. Creo que sería más pegadiza si no fuera el padre quien se ha muerto, sino su hijo, quizás siendo aún un bebé. Su hijo muere y él decide enterrarlo en las profundidades como sacrificio al dios del infierno para evitar su propia muerte temprana. Ahora bien: no quisiera irme por las ramas y desarrollar demasiado su historia familiar... aunque ¿por qué no? Claro que hay que explicar un poco el por qué del temor a la muerte... podría pasar que su padre y su hijo mueren muy poco... e incluso que su mujer muere dando a luz. Se me plantea la siguiente duda: ¿el emperador busca enterrarse con los demás (padre, esposa e hijo) o simplemente quiere darles un entierro digno a ellos para salvarse de la muerte? Y me surge otra duda: ¿no me estoy yendo demasiado lejos de la historia central? Quiero decir: no pretendo narrar una historia de aventuras y un gran drama épico... sino que es algo que se cuenta como mito, como leyenda... y no sé si irme tanto por las ramas.
Creo que las leyendas tienen algo esencial, que es una suerte de moraleja o enseñanza. Si son demasiado largas, se corre el riesgo de que presenten muchos mensajes diferentes y se pierda la fuerza. Quizás algo así sucede también con este relato: temo que pierda fuerza por querer abarcar demasiadas cosas.
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