sábado, 28 de mayo de 2011

Conversaciones repetidas

En estos días de muchos bares y ratos de escritura, me crucé dos veces con el mismo señor.

El primer encuentro sucedió cuando estaba escribiendo en mi portátil, concentrado, y escuché que cerca mío alguien decía "Escribe a tacto...". No le di mayor importancia; de hecho no estaba seguro de que las palabras estuvieran dirigidas hacia mí. Minutos después el hombre se acerca hasta mi mesa y reitera: "Escribe al tacto". Era un señor bastante mayor. No recuerdo mucho su cara; al mirarlo no pude ver nada más que una especie de lastimadura perpetrada en la nariz. Sí recuerdo que le sonreí y asentí con la cabeza. Me preguntó de dónde era: "de Capital", contesté. Y luego me prodigó un soliloquio: "¡Ah! de Capital. Yo también soy de Capital. Ahí fundé una academia, bueno, usted no la conoce, es muy joven, pero hace cuarenta años fundé una academia de escritura al tacto. ¡Qué bueno que es escribir al tacto! Claro, en esa época enseñaba escritura al tacto para máquinas de escribir. Era más difícil. ¡Qué bueno que es escribir al tacto! se ahorra mucho tiempo. Yo en esos tiempos vivía por Libertador, a la altura de Callao. Pero claro, Buenos Aires ya no es lo que era... como Recoleta, antes no nos importaba tanto Recoleta como ahora". No sé a ustedes, pero a mí Recoleta no me importa mucho más o menos que cualquier otro barrio. Con mi simpatía habitual, creo que le dirigí una sonrisa cordial y volví a mirar la pantalla de mi PC. El hombre volvió a sentarse.

Hace instantes, algunas mesas más allá, alguien dijo "Oiga, ¿usted llegó antes que yo o después?". Esta vez las palabras no estaban dirigidas hacia mí. Otra voz contestó "Después, creo". El primero continuó: "¡Ah! porque a mí todavía no me trajeron el café... perdone, ¿de dónde es usted?". "De Capital". Y creo que ya se imaginan el resto: "¡Ah! de Capital. Yo vivía por Libertador, a la altura de Callao. Pero claro, Buenos Aires ya no es lo que era... como Recoleta...".

Acaba de pasar frente a mí: "¡El hombre que escribe al tacto!", me dijo, y salió. Creo que después de esto me cae más simpático.

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