Y es que poco se puede hacer en un pueblo pequeño donde todos duermen a la hora de la siesta; un pueblo que ya mis pasos recorrieron muchas veces en los últimos días. Espero en este momento que reabra la terminal para ver hacia dónde puedo seguir mi pequeña vacación (tan pequeña que ni siquiera merece el plural). Lo único abierto es el bar que está al lado del hotel, donde ya me conozco a los mozos y unas cuantas mesas.
Sospecho que mi próximo destino será por el sur de la Provincia. Quizás Sierra de la Ventana, quizás Tandil. Dependerá un poco de la idiosincrasia de los micros y sus recorridos, ya que no quiero tener que pasar por Capital para tener que ir hacia otra parte. Hacer eso es como tener que pasar por tu casa de nuevo porque te olvidaste algo. No está bueno.
Algo que me ha llamado mucho la atención de este pueblo es el pudor de sus estatuas:
En esta foto pueden ver a una estatua cubriéndose con unas telas, ante la vergüenza de la mirada ajena, en plena plaza principal.
Y aquí una nota del diario Diario Tiempo: ¡"El lado oculto del consumo: El pollo amenaza con destronar el bife"! ¡zan zan zan zan!
¡Tengan cuidado, bifes! ¡el pollo avanza!
Sí... esas son mis fotos de viajes. ¡Qué le vamos a hacer!
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